¿Pueden las casas guardar energía (buena o mala), o es superstición?
El judaísmo contempla idea de que los espacios físicos pueden santificarse. Además, también maneja el concepto de “energías”; una prueba de ellos es la santidad que ciertos lugares guardan, por ejemplo, las sinagogas, y anteriormente el Bet Hamikdash (particularmente el Kodesh Hakodashim o “Santo Santuario”). Lo que comúnmente se llama “energía positiva”, en términos de la Tora, lo llamamos “santidad” o “Kedusha”. En el caso contrario, la “energía negativa”, el judaísmo lo concibe como “tum’a”, es decir “impureza”.
Ahora, ¡cómo es que un lugar adquiere santidad o impureza? La respuesta está en lo que mencionamos arriba. El Kodesh Hakodashim fue escogido coma un lugar sagrado porque en ese lugar Abraham hizo un gran mérito al obedecer a D’os en el Sacrificio de Isaac. Por el hecho de que ahí se hizo una acción positiva, por esa prueba de fe tan difícil, el lugar se santificó, Posteriormente ése fue el lugar donde Yakov durmió y soñó la escalera con los ángeles. Así, el lugar fue cobrando energía de santidad. Y viceversa, los lugares que en su tiempo fueron mecas del paganismo, donde se cometieron pecados y acciones negativas, fueron adquiriendo energía negativa. Y por eso, la Torá indica que cuando el pueblo judío entró a la Tierra de Israel, era necesario eliminar esos espacios, por estar impregnados de idolatría e impureza.
De igual forma, nosotros podemos influir en la energía de nuestros propios espacios. De ahí la costumbre de hacer Un Jinuj Habait cuando estrenamos una casa; realizar un estudio de Torá y pronunciar una bendición al iniciar la vida en un espacio Esto genera energía positiva
para el lugar. Y en cambio, los espacios que se usan para vicio y malas costumbres terminan impregnados de impureza. Estas energías pueden incluso contagiarse, por eso hay que cuidarnos en escoger correctamente los lugares a donde acudimos. Es lo que comúnmente percibimos como “lugares de buena vibra” o “ambientes muy pesados o de mala vibra”.