Mitos sobre la Ketubá

Cuando una pareja se casa, ¿quién debe preservar la Ketubá, la mamá de la novia o la pareja misma?

 La respuesta corta es: ninguna de esas dos.

Es importante entender, primero, qué es en sí la Ketubá. Muchos creen que se trata de un contrato matrimonial, equivalente al civil, pero esto es incorrecto. La Ketubá es un documento, una especie de “pagaré”, en la que se fija una cantidad de dinero que el hombre se compromete a pagar a su esposa en caso de divorcio o fallecimiento. Esta cantidad varía entre comunidades, pero la idea general es ofrecer una garantía para la mujer, así como a darle seriedad al matrimonio. Anteriormente, en muchas ocasiones, la ceremonia de bodas era algo muy sencillo, que se podía llevar a cabo en cualquier lugar, siempre y cuando hubiera dos testigos. Eso se prestaba a que algunos lo tomaran a la ligera, diciendo “pues me caso, pruebo un tiempo, y si no me gusta, me divorcio.” En esos casos, disolver el matrimonio era algo muy sencillo. No implicaba un costo, ni casarse, ni divorciarse. Así que, justamente, para establecer una seriedad al matrimonio, se implementó este pagaré. Como dice textualmente el Talmud: “sheló tihyé kalá ve’enav lehoziyá”, es decir “que no se haga ligero en sus ojos (del esposo), divorciarse.”

Por lo tanto, lo adecuado es que la Ketubá la guarde la mujer, quien es, en efecto, la acreedora. La idea de dársela a la madre de la novia, viene del hecho de que, por lo mismo que la Ketubá debe permanecer en poder de la mujer, muchos acostumbraban dársela a la madre de la misma para que esté “de su lado”. Pero esto no es recomendable, por dos razones:

En primer lugar, los jajamim establecieron que uno no debe vivir con su esposa en su hogar, sin que esté la Ketubá. Esto implica que el documento debe estar al alcance de la mujer, donde están viviendo. Y en segundo lugar, si se le entrega a los padres, puede llegar a perderse a través de los años, o por el fallecimiento de los mismos, o por un cambio de casa, entre otros motivos. De hecho, esto sucede con mucha frecuencia.

En conclusión, lo indicado es que la Ketubá la tenga la esposa, en su casa, y con sus pertenencias personales, no al alcance de su esposo.

 

¿Es cierto que no de debe abrir la Ketubá después de casados?

Esto es absolutamente falso. Se trata de un mito, del cual desconozco cómo se propagó, pero lo cierto es que no tiene ningún fundamento halájico, ni existe la menor restricción de abrirla y/o consultarla, las veces que se necesite.

De hecho, me ha tocado abrir muchas ketubot de parejas casadas, y en ninguna ocasión me han salido fantasmas de ellas.

 

Me han dicho que si la Ketubá no está perfectamente escrita, puede provocar problemas en el hogar. ¿Es verdad?

Lo que es cierto es que la Ketubá debe estar perfectamente escrita, acorde a las reglas halájicas; y si no se escribió bien, debe reponerse para reescribirla correctamente.

De hecho, hay un texto especial para estos casos, llamado en arameo “Ketubá deishtekaj ba tautá”, es decir “Reposición para una Ketubá a la que se encontró un error”. También hay otro texto para reponer ketubot perdidas, llamada “Ketubá deirkesa”. En ambos casos, es obligatorio volverla a hacer.

Pero de ahí a echarle la culpa a la Ketubá por la falta de voluntad, o la falta de esfuerzo, para preservar la armonía del hogar, hay una distancia muy grande. La segulá (indicación práctica) para asegurar la paz en una pareja es ser tolerantes, comprensivos, humildes, empatía, aprender a ceder, y muchos otros hábitos de comunicación y conciliación. No le echemos la culpa a una palabra mal escrita en la Ketubá por algo que depende de nosotros el poder prevenir y enmendar.

Leave A Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *