Hablemos de las profesías

“Yo soy D´os, y no hay ninguno como Yo, que declaro desde el principio hasta el fin, y desde la antigüedad, cosas que todavía no fueron hechas, y que digo: “Mi consejo prevalecerá, y haré todo Mi deseo” (Yeshayahu 46: 9,10)

 

Una de las formas de comprobar la veracidad de la Torá – entre otras – es corroborando la información escrita en ella y la comprobación de que esta información, cuando es en tono de profecía, termina por ser completamente fidedigna.

El hecho de que todas las profecías bíblicas se hayan cumplido, –con excepción, claro, de las que aún no ha llegado su tiempo– nos demuestra que fue indudablemente D´os quien las pronunció en su totalidad. Y aquí es importante hacer énfasis en la clara diferencia entre las profecía de carácter Divino, en este caso las que aparecen en nuestra Torá, y las profecías hechas por personajes de la historia, como lo son Nostradamus, Kukulkán o Fátima.

La gran diferencia es que en las profecías de origen Divino todo lo que está escrito se ha cumplido al 100%, de forma detallada y precisa, mientras que las otras profecías, o deducciones ambiguas, se han cumplido (si es que…) parcialmente y a partir de interpretaciones confusas.

Según nuestra tradición, un verdadero profeta es aquel que tiene una revelación Divina y transmite textualmente las palabras de D´os; una llamada de atención, una indicación, o bien, una profecía sobre algún suceso futurista. Pero, ¿cómo sabemos si realmente ese profeta es auténtico y veraz?

Como mencionamos antes, a diferencia de algunos otros pseudoprofetas que profetizan utilizando la astrología, entre otras fuentes, y que ambiguamente puede llegarse a cumplir parte de sus designios y deben ser interpretados, las profecías de un profeta verdadero que habla la palabra Divina deberán cumplirse sin margen de error.

Maimónides afirma en halajot Yesodé HaTorá, cap. 10: “A un profeta no se le pide que divida el mar o resucite a los muertos para creerle. Si es profeta, deberá poder predecir el futuro: él predice y nosotros aguardaremos a ver si lo que predijo se cumple. Pero si el más mínimo detalle no se cumple, será señal de que se trata de un falso profeta”.

Dentro de nuestra historia fueron dichas muchísimas profecías – hubieron muchos profetas, “dos veces tanto como la cantidad de personas que salieron de Egipto” (Meguilá 14A). Pero no todo lo que los profetas dijeron fue incluido en el Tanaj: sólo las profecías que son necesarias para las generaciones futuras, lo que es relevante también en el futuro. Algunas profecías fueron provisorias, aunque a veces pudieran surgir circunstancias en las generaciones futuras semejantes, y por ello esas profecías fueron escritas, para que aprendamos de una situación similar que ya ocurrió en el pasado. Pero eso no cambia la esencia de ella: todas las profecías en esa época se cumplieron al pie de la letra.

La Torá describió con exactitud algunos datos en específico de la historia de nuestro pueblo, entre ellos:

  • Los detalles de la destrucción del Primer y Segundo Templo (Bet Hamikdash)
  • Los 70 años de diáspora que transitaríamos entre el Primer y Segundo Templo
  • Las diferentes manifestaciones de antisemitismo irracional y desproporcionado que sufriríamos en cualquier lugar que nos asentáramos
  • Las interminables persecuciones de las que seríamos víctimas
  • La dispersión del pueblo judío a lo largo y ancho de todos los continentes, sin que perdiéramos nuestra identidad

Todas estas se cumplieron cabalmente, pero me limitaré en este momento a tomar como ejemplo algunas de ellas que podemos verificar en la actualidad citando algunas de sus fuentes y explicándolas brevemente, éstas están relacionadas con la Tierra de Israel.

 

Israel y Brith Milá

En la Torá se marca una clara relación entre la tierra de Israel y el brith milá.

En la Perashá Lej lejá, nos cuenta la Torá que cuando D´os hizo el pacto con Abraham, le prometió que le heredaría la tierra de Knaan a su descendencia; a cambio de eso, le solicitó que él y su estirpe se hicieran el Brith Milá, y posteriormente que toda la descendencia masculina fuera circuncidada a los ocho días de su nacimiento, para con ello unirse a Él eternamente.

Fue justo desde ese momento que se marcó la relación estrecha entre la Tierra de Israel y el pacto del Brith Milá.

Eso implica que para tener derecho a habitar en la tierra de Israel se deben reunir dos requisitos:

  1. Ser descendiente de Abraham
  2. Tener el pacto del Brith Milá

A partir de la historia, podemos deducir que estos dos requisitos los reúnen tanto los hebreos como los ishmaelitas; ambos son de la descendencia de Abraham y ambos se realizan el Brith Milá, (estos últimos lo realizan a los 13 años incluso en la actualidad)

En base a esto, están escritas las siguientes profecías:

Solo el Pueblo de Israel tiene derecho a habitar la Tierra, pero perderían ese derecho al darle la espalda a D´os idolatrando; en ese momento serán expulsados.

 “Hishameru lajem pen ifte levavjem, vesartem, vaavadtem elohim ajerim, vehishtajavitem lahem. Vejarah af Adonai bajem, veatzar et hashamaim, velo iheieh matar, vehaadama lo titen et ievula, vaavadtem mehera meal haaretz hatova asher Adonai noten lajem…” (Shemá Israel) 

“Cuidáos no sea que vuestro corazón se tiente y os descarriéis y rindáis culto a dioses ajenos y os prosternéis a ellos. Porque entonces se encenderá la ira del Señor contra vosotros y cerrará los cielos para que no haya lluvia y la tierra no dará su fruto, y pereceréis prontamente de sobre la buena tierra que el Señor os da…”

 Efectivamente así sucedió. El pueblo de Israel habitó alrededor de 800 años la Tierra de Israel, y posteriormente fue expulsado por el pecado de idolatría, entre otros. Después de 70 años volvieron a habitarla por un periodo de 420, y volvieron a ser expulsados.

En el periodo que el pueblo de Israel no habite su Tierra, ningún otro pueblo la podrá habitar excepto los ishmaelitas.

 La historia nos lo comprueba: aunque la Tierra de Israel haya sido conquistada por otras naciones a lo largo del tiempo, no la habitó otro pueblo, excepto el árabe. Ya que como mencionamos antes, los ishmaelitas son los únicos, además del Pueblo de Israel, que reúnen los dos requisitos necesarios para habitar la Tierra: 1) Son descendientes de Abraham y 2) Tienen el pacto del Brith Milá. Por lo tanto, cuando la Tierra no estuviese habitada por los judíos, quienes tienen el derecho en primera instancia, lo estaría por el Pueblo Árabe.

 

Cuando habiten los ishmaelitas la Tierra de Israel, por el hecho de no llevar a cabo de forma completa el Brith Milá (lo realizan a los 13 años, en vez de a los 8 días, y no llevan a cabo la “Periá” -regresar la piel del prepucio hasta atrás para que éste quede completamente descubierto-) no tendrán el derecho a utilizar la tierra de forma completa; no dará frutos y estará árida.

Abraham Le dijo a D´os: “Ojalá que Ishmael viva ante Ti” (Bereshit 17:18). Dijo Rabí Jiya: Esto fue lo que oí de Rabí Shimon bar Iojai: El ángel guardián de los hijos de Ishmael aguardó durante cuatrocientos años. Entonces se presento ante D´os diciendo: ¿Acaso el que está circunciso no tiene una porción el Nombre Divino? D´os le respondió: Itzjak fue circuncidado como correspondía, e Ishmael, no. Entonces el ángel dijo: Pero si está circunciso, ¿no le corresponde de todos modos una parte? Entonces D´os le dio a Ishmael una parte de la Tierra Santa, en recompensa a estar circunciso.

Los árabes estaban destinados a dominar la Tierra Santa en su desolación; y aunque dicho periodo abarque siglos enteros, es un periodo limitado, así como su circuncisión es incompleta. Y están destinados a interponerse en el camino de los judíos hasta que el mérito de Ishmael de agote.

Lo que nos predice la Torá es que cuando la Tierra de Israel esté ocupada por pueblos no judíos – únicamente árabes, como lo explicamos anteriormente–, se verá asolada y no próspera. La Torá nos dice de forma directa una verdad tajante y comprobable; la Tierra de Israel es distinta de la que se encuentra en otras partes del mundo: sólo es fértil cuando es habitada por judíos. Fue muy audaz la Torá en hacer esta predicción porque tenía que enfrentar 1900 años de escrutinio histórico de los pueblos no judíos que vivieron en la tierra de Israel.

Mark Twain escribió sobre su visita a la tierra de Israel en 1867:

“Recorrimos varias millas de una región desolada cuyo suelo es muy rico pero está consagrado íntegramente a las malezas – una extensión de tierra silenciosa y lúgubre. Aquí hay una aflicción que ni siquiera la imaginación puede adornar con la fastuosidad de la vida y la acción de otros tiempos. Llegamos a Tabor sin problemas… no vimos a ninguna persona en toda la ruta. Seguimos adelante con el propósito de nuestra cruzada, la célebre Jerusalem. Cuanto más avanzábamos, más caliente era el sol y más rocoso y desolado, repulsivo y deprimente se hacía el paisaje… no había casi ningún árbol ni arbusto por ningún lado. Incluso el olivo y el cactus, esos amigos fieles de un suelo estéril, habían casi abandonado la región. No existe ningún paisaje que resulte tan tedioso a la vista que aquél que bordea las entradas a Jerusalem… Jerusalem es lúgubre, deprimente y sin vida. No desearía vivir aquí. Es una tierra sin esperanzas, lóbrega y acongojada… Palestina yace penitente. Sobre ella se cierne el hechizo de una maldición que ha marchitado sus campos y coartado sus energías. Palestina está desolada y desagradable. ¿Y por qué debería ser de otra manera? ¿Puede la maldición de D´os dar belleza a una tierra? Palestina ya no forma parte de este mundo prosaico”.

“Los inocentes en el extranjero o el nuevo progreso del peregrino” (Volumen II, págs. 216-359)

 

Llegará un momento en que la mayoría del pueblo estará alejado del judaísmo, pero el único precepto que se seguirá cumpliendo será el Brith Milá, y por ese único mérito, tendrán el derecho de volver a Ia Tierra de Israel.

“Y tú también, por la sangre de tu Brit (Pacto/circuncisión) serás salvado, y sacaré a tus presos de la cisterna sin agua” (Galut -exilio) (Zacarías 9:11).

¿Cómo pudo el profeta Zacarías predecir con tanta exactitud nuestro retorno a la tierra natal? ¿Cómo pudo saber que no observaría la gran mayoría del pueblo prácticamente ninguna mitzvá salvo el Brith Milá? Si reflexionamos un poco, usando nuestra lógica deliberaríamos que es absurdo que fuese precisamente ese precepto el que el pueblo judío siguiera cumpliendo, considerando que la circuncisión en épocas anteriores se ha juzgado por el mundo secular como un acto riesgoso y bárbaro. Realmente antes de cumplir con ese precepto, lo más probable hubiera sido que el pueblo eligiera apegarse a cualquier otro, menos criticado y más sencillo… sin embargo, se cumple la profecía cuando comprobamos que hasta el día de hoy, aún el judío más alejado, sigue comprometido con el precepto del Brith Milá. ¿Pudo realmente algún ser humano hacer esta predicción 2300 años atrás?

Observemos nuestra historia mas reciente; posteriormente al Holocausto, comenzó la Creación del Estado de Israel. Ciertamente la mayoría de sus creadores estaban casi completamente alejados del judaísmo y de los preceptos de la Torá, sin embargo, seguían manteniendo este único mandamiento; el Brith Milá, lo que les dio el mérito de volver a la Tierra que actualmente habitamos.

 

Al regresar el Pueblo Judío a la Tierra, ésta florecerá inmediatamente.

Si analizamos la historia de nuestra tierra, vemos que esto es exactamente lo que sucedió. Durante los 1900 años que nuestra tierra fue ocupada por no judíos, nada brotó de ella. Fue conquistada por romanos, turcos, cruzados y británicos, y fue habitada por árabes… la tierra nunca prosperó. Sin embargo, nosotros, los judíos, hemos estado ocupando la tierra por sólo 60 años, y ésta se ha desarrollado y ha prosperado rápidamente y de forma casi inmediata desde que comenzamos a habitarla. Tel-Aviv es una importante ciudad industrial, Jerusalem recobró gran parte de su antigua belleza, Beer Sheva es un centro manufacturero y Haifa, el puerto principal del país. Israel se ha convertido en una gran exportador de fruta, gracias al cultivo de naranjas Jaffa y a la creación del vino Carmel. ¿Cómo pudo la Torá saber las “sensibilidades” de la tierra y hacer tal predicción 3300 años atrás, abarcando con exactitud 1900 años de la historia judía?

Hemos probado que todas las profecías anteriores referentes a la Tierra de Israel, se han cumplido a la perfección. Sigamos indagando en algunas otras…

La profecía de Nación Eterna

En el Tanaj se profetiza en diferentes pasajes que a pesar de todas las persecuciones, la dispersión, el antisemitismo, los fuertes ataques sufridos y el reducido número de nuestro pueblo, este jamás sería destruido.

Levítico cap 26, 44-45: “Y aunque se encuentren en la tierra de sus enemigos no los desperdiciaré ni los rechazaré para destruirlos, derogando Mi pacto con ellos, pues Yo soy el Eterno, el D´os de ellos. Y Yo les recodaré el pacto de los primeros (Patriarcas), aquellos que saqué de la tierra de Egipto ante los ojos de todos los pueblos, para ser para ellos su D´os, Yo soy El Señor”.

Isaías cap 59, 21: “En cuanto a Mí, éste es Mi pacto con ellos, ha dicho el Eterno, Mi espíritu que está sobre ti y Mis palabras que he puesto en tu boca no se apartarán de ti, ni de la boca de tu descendencia, ni de la boca de los hijos de tus descendientes, ha dicho el Eterno desde ahora y para siempre”.

Jeremías cap 46, 27-28: “Y tú, no temas, Mi servidor Yaacob, ni te atemorices Israel, pues Yo te rescataré desde lejos, así como a tu descendencia, desde la tierra de su cautiverio, y retornará Yaacob, y se tranquilizará, y estará en calma, y no habrá quien lo haga temer. Tú no temas, Mi servidor Yaacob, dice el Eterno, pues Yo estoy contigo, pues Yo destruiré a todas las naciones donde te he enviado, empero a ti no te destruiré; pero sí te corregiré en justa medida, mas ciertamente no te destruiré”.

Todas las grandes civilizaciones a lo largo de la historia – los griegos, los persas, los babilonios y los romanos – existen hoy en día sólo como una reliquia arqueológica. El pueblo judío, por otro lado, ha prosperado y florecido hasta nuestros días.

Tomando en cuenta que los pueblos mencionados fueron grandes civilizaciones y potencias mundiales en su momento, mientras que el pueblo judío siempre ha sido un pequeño grupo, dividido, errante, perseguido y amenazado… resulta increíblemente milagroso el hecho de que sea este pequeño grupo de judíos el que permanezca vivo aún hasta el día de hoy.

Esto va completamente en contra de la lógica y del desenvolvimiento natural del mundo, tanto es así que se cuenta que cuando el rey Luis XIV le pidió al filósofo Pascal una prueba de una fuerza sobrenatural en el mundo, este le contestó: ¡La existencia de los judíos, su majestad, los judíos!

El Rambam profundiza sobre este tema en su Carta a los judíos yemenitas:

Así como resulta imposible concebir la anulación de la realidad de D´os, también es imposible que nosotros perezcamos o dejemos de existir en el mundo, tal como está dicho: “Porque Yo, el Eterno, no cambio, y vosotros, oh hijos de Yaacob, no estáis consumidos” (Malaji 3-6).

 

Pocos en número

 “Y quedaréis pocos en número, en lugar de haber sido como las estrellas del cielo en multitud, por cuanto no obedecisteis a la Voz del Señor, tu D’os”. (Deuteronomio 28:62)

Las probabilidades y estadísticas son más bien contrarias al cumplimiento de esta profecía. La mayoría de las naciones –si tienen una existencia prolongada– se multiplican. Y si no se multiplican, dejan de existir. El predecir que el pueblo judío viviría largos años sin multiplicarse en gran medida, fue realmente una predicción muy arriesgada.

Al analizar la historia judía, vemos que sucedió exactamente lo predicho. Somos una de las naciones más antiguas del mundo y, sin embargo, nuestra población ha ido creciendo lentamente, y en algunos periodos incluso decreciendo. Comparemos el crecimiento de la población judía con la de los chinos, tan antigua como la nuestra. En el año 50 (E.C.), la población judía llegaba a unos 6.000.000 mientras que ya había 40.000.000 de chinos. Es decir, había 6,67 veces más chinos que judíos en el mundo. Sin embargo, en 1975, la relación entre estas cifras había variado considerablemente. Se contabilizaron 14.150,000 judíos y 1.000.000.000 chinos, mostrando así que la población china había crecido un 70.67% más que la judía. Concluimos entonces que los chinos como nación han aumentado 10,6 veces más rápido que los judíos.

Esto nos incita a preguntar, “¿Cómo pudo la Torá hacer una predicción tan exacta?”

 

Preservación del Muro Occidental (Kotel Hamarabí)

“Se asemeja mi amado D’os a un cervatillo o a un joven corzo; mientras El está de pie detrás de nuestro muro…” (Shir Hashirim2:9)

Sobre el verso anterior, nuestra tradición oral dice lo siguiente:

“.. mientras Él está de pie detrás de nuestro muro… detrás del muro occidental del Santuario, ¿Por qué? Porque juró el Creador que jamás sería destruido”. (Midrash Shir Hashirim Raba, Parasha Bet)

Como sabemos, el Rey Salomón fue quien erigió el Primer Templo, pero se relata en el Tanaj que el Rey David tenía intención de edificarlo y comenzó construyendo el Muro Occidental, que ni siquiera iba a formar parte de las paredes del Templo, sino que es un muro externo a este. D´os lo detuvo indicándole que él no era el elegido para construir el Templo, ya que había participado en muchas guerras, sin embargo, se profetizó que este muro nunca iba a ser destruido, debido a la santidad del Rey David.

Podemos observar en la historia que el Primer Templo fue quemado y destruido y el muro occidental quedó intacto, destruyen el Segundo Templo y éste prevalece, y a lo largo de la historia construyen edificaciones de otras religiones intentando erradicar lo sagrado del judaísmo y “casualmente” es el muro occidental que aún queda erigido. Además de las guerras modernas incluso con tanques y armas de fuego, el muro sobrevive.

¿Quién ha escuchado hablar alguna vez de un muro que permanezca intacto casi 3000 años estando éste en zona do constantes guerras? Además, Jerusalem fue destruida y reconstruida nueve veces históricamente. ¿Cómo puede esperarse que un muro no se derrumbe ante tanta destrucción? Y más aún, ¿cómo es posible que esté escrito hace miles de años que ese muro jamás sería destruido?

 

Destrucción de Babilonia antigua

 “Y Babel (Babilonia), hermosura y orgullo de los caldeos (Kasdim) será como Sodoma y Gomorra a las que trastornó D’os. Nunca más será habitada, ni se morará en ellas de generación en generación”. (Isaías 13:19-20)

Babilonia se destruirá y jamás será vuelta a construir. Fue una maldición que se le decretó a Babel porque fue justamente de esa ciudad que se generó la orden para la destrucción del Beth Hamikdash.

Es sin duda una profecía muy arriesgada. Babel era uno de los mayores centros del mundo. De hecho, Alejandro Magno pensó en convertirla en el centro de su imperio mundial. El predecir la caída de una ciudad tan grandiosa como ésta, y aseverar que no se reconstruirá nunca es, por cierto, muy osado. Atenas, Roma y Jerusalem, ciudades famosas en el mundo entero, fueron destruidas y luego reconstruidas. Los arqueólogos modernos explican que Babel estaba a unos 34 kilómetros al sur de la actual ciudad de Bagdad, al borde del río Eufrates. Si uno tomara ahora un auto y recorriera esos 34 kilómetros sólo encontraría arena y ruinas. Todo el rededor está construido… ¡excepto la antigua Babel! ¿Cómo pudieron nuestros profetas acertar una vez más en sus predicciones?

Y estas son sólo algunas de muchas profecías que se han cumplido o que, en su tiempo, van a cumplirse con seguridad (la llegada del Mashiaj, la Resurrección de los muertos, entre otras), pues hasta ahora hemos observado que todas las profecías que la Torá ha determinado han sido verdaderas, exactas.

Realmente debemos con esto valorar que somos privilegiados poseedores de un Documento confiable y preciso, indudablemente de origen Divino, Nuestra Torá. Y que su autor no puede ser otro que D´os mismo, Amo y Creador del Universo, el Único que puede predecir el futuro y controlarlo para que así suceda, al pie de la letra, lo que ningún ser humano es capaz de hacer.

Leave A Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *