Lo que los sueños nos dicen
En primer lugar, debemos tener en cuenta que la mayoría de los sueños no tienen ningún mensaje, por lo que no hay que darles la menor importancia; como está escrito, “jalomot shav yedaberú” (“los sueños son vanidades”).
Nuestra mente es como un disco duro de una computadora (sin límites de terabytes), y en ella se acumulan todos nuestros recuerdos, pensamientos y emociones. Cuando estamos despiertos y conscientes, nuestra mente logra ordenar toda esa información de una manera inteligible. Pero cuando estamos dormidos, está esa misma información en el “disco duro”, pero se manifiesta a través del sueño, sin ningún orden lógico. Sin embargo, lo que los sueños expresan, por lo general, son aquellas cosas que más nos impactan (por ejemplo, una película de suspenso que hayamos visto), así como nuestros miedos, angustias y preocupaciones.
Un ejemplo común es cuando soñamos que algo malo le pasa a un ser querido. La mayoría de las veces esto se debe a que escuchamos y nos enteramos de cosas que suceden en nuestro entorno cotidiano, que si a tal persona lo asaltaron, o si alguien se enfermó, o noticias sobre asesinatos, ataques terroristas o terremotos. Lo que escuchamos en las noticias tiende a ser, francamente, malas noticias. Y si a eso le agregamos las imágenes violentas que nos presentan muchas películas y programas de televisión, el resultado es que la mente se sature de estímulos negativos. Esto provoca, de manera natural, que nuestra mente absorba toda esa información y la procese como miedos inconscientes, proyectados hacia nosotros mismos y hacia nuestros seres queridos. Ésta es la principal razón de por qué a veces soñamos estas situaciones tan angustiantes.
La literatura rabínica cuenta una historia de un rey que mandó a llamar al rabino que vivía en su reinado para hacerle un reto. “Adivina lo que soñaré esta noche”, le ordenó el rey. El rabino, viéndose obligado a responder, pero temeroso de equivocarse, pidió unos minutos para pensar. “Soñarás que vendrá un general, invadirá tu reino, te cortará la cabeza, y tomará el poder”.
Cuenta la historia, que esa noche el rey efectivamente soñó eso. El mensaje de este cuento es que, el rabino, más que adivinar (pues no era profeta), provocó el sueño; es decir, le indujo un temor al rey de un posible golpe de estado. Durante la tarde y hacia la noche, el temor se habría convertido en un fuerte miedo, incluso una obsesión. Al ocupar su mente en esa preocupación, el rey terminó soñándolo. El rabino actuó no con profecía, sino con astucia e inteligencia.
Sin embargo, por otra parte, encontramos en muchas fuentes de nuestra Torá, que el significado de los sueños puede ser de gran relevancia. Es el caso de los sueños de Yaakov, de Yosef, del faraón, y de varios profetas, quienes recibían sus profecías en sueños. Y en el Talmud se mencionan diversos tipos de sueños que pueden representar cosas positivas o negativas; como el conocido sueño de que se nos caen los dientes, relacionado por el Talmud como un sueño negativo.
Es cierto que hay una minoría de sueños que sí pueden tener un sentido, pero para que el sueño entre en esta categoría, deben darse una serie de condiciones:
Primero, que no obedezca a ninguna de las razones de autosugestión antes mencionadas; es decir, que la persona no haya pensado para nada en este tema en días previos, o que no haya visto o escuchado de situaciones parecidas a las que está soñando. También, que la persona no haya tenido conocimiento de que su sueño se considere negativo (como el ejemplo de los dientes), pues este conocimiento previo llevaría a la persona a un estado de predisposición. Como éstas, hay otras condiciones para que el sueño se considere que podría tener un sentido profético.
En referencia a la pregunta inicial, algunos sueños se repiten durante varias noches, pero esto, por lo general, es simplemente resultado de un círculo vicioso de preocupación y angustia después de haber soñado algo fuerte, y eso nos lleva a volver a soñar con lo mismo. Cada vez nos preocupamos más, y la consecuencia es que lo seguimos soñando.
De todos modos, cuando soñamos algo que nos preocupa, y si creemos que no obedece a las razones mencionadas arriba, se recomienda hacer tres cosas: primero, contarle el sueño a un ser querido, o a un amigo o a un rabino, y que éste se lo interprete para bien (sin importar cuál sea la “verdadera” interpretación). Esto provoca que el sueño se convierta en algo positivo. Segundo, pedir que le reciten el Hatabat Jalom, un texto establecido para pedir por sueños negativos. Y tercero, leer personalmente una petición establecida para el mismo fin, al momento de Birkat Cohanim. (Este texto comienza con “Ribonó Shel Olam, aní sheljá vejalomotay sheljá”, y se encuentra en algunos libros de rezo).
Después de realizar estas tres tareas (o alguna de ellas), lo mejor es quitarse totalmente ese pensamiento de la mente, pues de lo contrario, el sueño podría persistir.
Quiero aclarar que este tema es muy extenso y profundo, y dadas las limitantes de este foro, solo pretendo dar un breve enfoque a esta pregunta. Desde luego, el tema da para mucho más.