La mujer es superior al hombre
Siempre se ha pensado que en la religión judía no existe la similitud de derechos entre los sexos. La mujer es relegada y no logra la igualdad, entre otras razones, por no estar obligada a cumplir con algunos preceptos, lo que se ha traducido en tener limitaciones, y por lo tanto, en verse inferior con respecto al hombre en el aspecto espiritual, lo cual no solamente es erróneo, sino por el contrario, la mujer es vista como superior al hombre.
La primera prueba está en la Creación pues, como todos lo sabemos, esta se dio de las cosas más simples y evolucionó a las más sofisticadas; así vemos que D´os crea primero los minerales, luego a los animales invertebrados y después a los vertebrados, terminando con los mamíferos; posteriormente crea al hombre de la áspera tierra y de los otros tres elementos, agua, aire y fuego. Esto nos habla de un ser materialista, con instintos terrenales. El hombre, por su naturaleza, ha sido el que pelea las guerras y el protagonista en la historia de los hechos de violencia. A diferencia de la mujer, esta es creada de materia humana, de un ser que ya había sido hecho a imagen y semejanza de D’os, por lo que adquiere una sofisticación mayor en humanidad y espiritualidad. Además, es importante señalar que es con la mujer precisamente que D’os termina la Creación, dando por finalizada su gran obra. Todo esto demuestra que para los escritos bíblicos la mujer conlleva una cierta superioridad inherente en su naturaleza que se refleja en su forma de ser. Como bien lo dice el Talmud, “Las mujeres tienen mayor susceptibilidad que los hombres y son además más compasivas”. (Talmud, Tratado de Nidá, pág.45).
Por lo tanto, mientras que el mundo suele decir “sexo débil” al referirse a la mujer, la religión judía, por el contrario, la considera superior. Por ejemplo, el hecho de que una mujer llore fácilmente demuestra solamente una sensibilidad más elevada, una comprensión del problema con un enfoque más espiritual en relación al hombre que, generalmente es más trio, más instintivo y más agresivo. Con ello se deduce que la mujer tiene un nivel espiritual superior con respecto al hombre; es por esto que nuestra religión no obliga a la mujer a cumplir con ciertos preceptos porque en ella éstos ya no son necesarios para elevarse espiritualmente.
Según el judaísmo, D’os creó al hombre, al igual que la mujer, con una misión. Para alcanzar esta misión, D’os nos da la Torá como el medio para superarnos espiritualmente.
Por ejemplo, si una persona fuerte y bien alimentada se enferma, el doctor le recetaría algo diferente que a otra persona que tenga la misma enfermedad pero que sea débil, baja de defensas y sin una buena alimentación. En este caso la mujer representa la persona fuerte, bien alimentada, por eso debe cumplir con menos preceptos ya que con ellos llegará a la superación con menos esfuerzo que el hombre, que en este caso es el ser débil. En el caso de él, su sensibilidad menos refinada necesita estimular esa espiritualidad más veces al día para poder llegar a la superación.
Pero ¿cuáles son esos preceptos que la mujer no está obligada a cumplir? Todos aquellos que deban de ser realizados en un tiempo específico. El hombre se responsabiliza del sustento del hogar, que es la parte material, por eso D’os le marca los tiempos en que debe dejar de lado ese materialismo y buscar la espiritualidad. En cambio, la mujer, que ya tiene “terreno ganado”, debe estimular la parte espiritual, la de la educación, la transmisión de valores, sin un tiempo determinado. Esta misión de dar vida y educar es sublime, por eso se le retira la obligación de cumplir con los preceptos que requieren de un tiempo determinado, como el tefilim que es en el día y no en la noche o el decir Shemá al despertarse (en las tres primeras horas de la mañana).
Con base a lo anterior, aun no teniendo la obligación de rezar en determinados tiempos, ¿por qué no se le permite llevar el rezo?, ¿por qué no es tomada en cuenta para un minián, ni podrá tomar el rol del jazán? No estando obligada la mujer a los rezos, es natural que no pueda a través de ella, hacer que los demás cumplan con ellos, como el caso del varón antes de cumplir Bar Mitzvá, quien puede rezar, pero no llevar el rezo por no tener obligación de hacerlo, pues la regla establece que quien no tiene obligación no puede hacer que los demás la cumplan. Aun así, originalmente estaba estipulado que la mujer se encontraba entre los siete que subían al sefer en Shabat como se menciona en el Shuljan Aruj (Or Hajaim285-3) y el Talmud (Tratado de Meguilá pág.23). Esta costumbre desapareció a través del tiempo por razones de recato. Cabe aclarar que éste se exige a la mujer dentro de la Torá, no por imponerle limitaciones, sino por respeto hacia su propia imagen, pues ella debe destacar por su espíritu, su humanismo y su esencia y no por su físico para que precisamente pueda considerarse como una reina con sus valores y sea respetada y admirada por éstos.
Esto no quiere decir que la mujer teóricamente no pueda llegar a ser rabina; de hecho, desde la antigüedad hubo varias mujeres que lo fueron, como Débora, que llegó a ser Rabina Suprema, la autoridad máxima y la jueza, como se menciona en el Tanaj: “Ella juzgaba a Israel en esos tiempos.? (Jueces 4:4). En la práctica, este hecho no fue tan común, ya que la mujer, al dedicarse a sus hijos y a la casa, no tenía el tiempo suficiente para el estudio y para consagrarse a esta profesión, por eso, con el tiempo este concepto se distorsionó.
Existe una frase en las bendiciones matutinas que pareciera contradecir todo lo que se ha señalado y es aquella que dice: “Bendito tú D’os por no haberme hecho mujer”
Se debe tener muy claro el fondo de esta oración, ya que la primera impresión pareciera que se refiere a la mujer en un tono de inferioridad, lo que es totalmente erróneo. Realmente esto alude a dos conceptos: el primero, como ya se mencionó, porque el hombre ante nuestra religión tiene más obligaciones, requiere de más preceptos para lograr su superación, por lo tanto, en esta bendición le agradece a D’os que siendo hombre no le dio solamente los preceptos de la mujer ya que con eso no lograría su superación. La prueba es que no se refiere a la superioridad de sexos, pues si se quisiera agradecer por no haberlo hecho inferior se hubiera referido a no haberlo hecho animal. Segundo, podría aludir a que no se le hizo mujer ya que ellas pasan por dolores de parto y mucho más sufrimiento que el hombre.
Por lo tanto, siendo para la Biblia superior la naturaleza de la mujer a la del hombre, tampoco cabe la lucha para la liberación femenina; por el contrario, en la Biblia existe el derecho a las diferencias. En el matrimonio cada uno tiene sus obligaciones en un ambiente de amor y de respeto y el hombre, ante ciertas circunstancias, toma algunas decisiones para no perder objetividad, ya que la mujer involucra el sentimiento ante una decisión. Sin embargo, se le exige al hombre quererla como a sí mismo y respetarla más que a sí mismo.
He aquí algunos ejemplos de cómo a la mujer se le protege y se le da más derecho dentro del matrimonio:
- Ante todo, se le obliga al hombre, a través de la religión, el darle a la mujer sustento, vestido y placer. Se puede señalar que en el aspecto sexual a la mujer no sólo se le ve como un medio para procrear, sino uno de los preceptos que está escrito es que el hombre está obligado a darle placer sexual a la mujer (éxodo 21:10) y de esta manera debe cumplir, no sólo con su esposa para mantener un buen matrimonio, sino, además, con D’os. En cambio, la mujer debe cumplir sexualmente como compromiso conyugal y moral, sin tener obligación religiosa.
- La Ketubá, contrato que se firma al casarse, es un pagaré a la mujer en caso de divorcio. Esta es una protección a la mujer y le da un carácter de seriedad al matrimonio. El hombre debe de entregar la Ketubá a la mujer y ésta es quien la tendrá en su posesión.
Se podrían seguir citando ejemplos y pasajes de nuestros sagrados escritos, así como de nuestras leyes para aclarar que nuestra religión ante el feminismo ha sido vanguardista y enfoca a la mujer como superior al hombre en muchos aspectos; es por eso que se le honra a la primera mujer llamándola Java, Em Kol Jai, que significa nada menos que “Madre de toda vida”.