Las supersticiones: costumbres ajenas al judaismo

Muchas supersticiones se arraigaron en el tiempo y nos fueron legadas como costumbres pero aún así, no sólo hablamos de hábitos “ajenos” al judaísmo, sino que las supersticiones aunque pensemos que son costumbres, son contrarias al judaísmo; contraindicadas, por decirlo de alguna manera.

La Biblia, en Levítico 18;3 nos señala: “no se rijan con sus leyes” y en Números 23;24: “No harán como los otros”. En el Talmud se explica que éstas frases hacen referencia a los “caminos de los amoraítas”, es decir, a sus formas de vida y sus costumbres y a éstas se les compara con idolatría. En términos comunes interpretamos de ambas fuetes que D-os avisa al Pueblo Judío que las naciones a las que llegará se inclinan por la hechicería y por ritos ajenos a los que el Creador nos dio.

De hecho, una superstición es precisamente eso, la creencia en otras fuerzas que no son D-os; creer que la lógica del Universo y que las cosas son determinadas por elementos y fuerzas ajenas a D-os. Pero en este tema tantas veces tratado por nuestros jajamim hay que diferenciar entre supersticiones y costumbres de otros pueblos que se amalgamaron al interior del judaísmo. La superstición es, concretamente, un pecado; la costumbre es una obligación previamente fijada por un decreto rabínico; que a través del tiempo se convirtió en ley.

Sin embargo, en el Talmud se mencionan ciertas supersticiones (como excepciones) que por una necesidad psicológica específica se llegan a permitir. En el tratado de Shabat p.128 se relata el caso de una mujer ciega que posterior al parto se permitió que le encendieran la luz en Shabat porque eso, psicológicamente la reconfortaba y mejoraba su condición. Ya que en aquél entonces se creía que una persona delicada de salud mejoraba más rápido si estaba en un lugar en donde había luz.

En relación a “las kaparot” que menciona dicho artículo y que Yosef Caro califica como “costumbre amoraíta”, efectivamente es una superstición absurda pensar que en una gallina degollada se irán nuestros pecados. En todo caso, quienes llevan a cabo esta

costumbre -como opina el “Rama”- en el Shuljan Aruj-deben interpretarlas como un acto de profunda reflexión y un auténtico pedido de perdón a nuestros pecados, los cuales nos podrían llevar a merecer lo que sucede a la gallina en el momento de la kapará.

De todos modos la forma más recomendable de hacer la kapará es a través de una tzedaká y por el mérito de esta mitzvá, pedir a D-os su perdón. Sobre esto no hay objeción de nadie.

En relación al Tashlij, es cierto que nadie tira sus pecados al agua sacudiendo sus ropas; creer eso es superstición. Incluso en el mismo Majzor de Rosh Hashaná donde aparece la costumbre de Tashlij se aclara que la sacudida de las ropas es simbólica; los movimientos se realizan para despertar en sentimientos, lo que se está pidiendo a través del rezo.

Creer en “duendes” como fantasmas o espíritus al estilo “hollywoodense” sería una superstición, Sin embargo, los duendes se mencionan en el Talmud como ángeles creados por D-os para cumplir ciertas misiones. Pero nuestros comentaristas aclaran que hoy en día ya no se presentan y menos en lugares habitados.

A propósito de los brebajes de Harabá para curar males varios; un Rabino dijo en cierta ocasión que era bueno dar de tomar un cocido de hojas de sauce a mujeres que no podían embarazar ya que Harabá y Zera -fertilidad- suman el mismo valor numérico en sus letras. La opinión de la mayoría de los rabinos es que, fuera de los conceptos que por tradición -de generación en generación nos han sido transmitidos a través de la Cabalá; no nos está permitido sacar conjeturas en base a deducciones propias, combinando los valores numéricos de las letras y en base a eso determinar situaciones. Como algunas personas que por medio de conjeturas numéricas predicen la fecha precisa en que llegará en Mesías.

Las costumbres de cómo lavar un cuerpo después de su fallecimiento pueden ser diversas pero en la Halajá está señalado que “es necesario purificar el cuerpo”. Y en relación a las visitas a los deudos que se cree que éstas deben ser 1 o 3 veces, su origen se encuentra en el Talmud, en el Tratado de Pesajim 110 en donde se señala: “No comer ni beber en números pares” (En ningún momento se habla de visita). Esto, según varias opiniones, porque el concepto opuesto al Uno-Único, nuestro Creador- es el dos, el par. Sin embargo esta creencia en el mismo Talmud se amplía diciéndonos que para aquel que esto sea importante, será negativo. Pero esto ya no opera hoy en día, Beth Yosef en el Tur Or Hajaim cap. 170 nos dice que esa creencia hoy ya no es vigente y el Jidá, en Brith Olam cap. 477 explica: “yo creo que así como los cambios de lugares y de tiempos alteran muchas cosas, como muchas de las curaciones del Talmud; lo mismo el concepto de pares, hoy en día no es vigente”.

El “Mal de ojo” está extensamente tratado en el Talmud y hasta en el rezo diario pedimos a D-os: “Guárdame del mal de ojo”. Sin embargo la creencia popular de la forma en cómo protegernos de él, es un concepto lleno de supersticiones. En todo caso, lo recomendable para evitar el “mal de ojo” es no ostentar, para no provocar la envidia de los demás y no tenerlo en cuenta obsesivamente ya que eso, hace que la persona sea más receptiva.

El “Mal de Ojo” debe ser entendido de la siguiente manera: cuando una persona adquiere o posee algo y lo ostenta demasiado, puede despertar en otro un cuestionamiento y un reclamo ¿por qué él sí y yo no? Ese reclamo llega “a los cielos” y D-os vuelve a evaluar si aquella persona verdadera y estrictamente es merecedora de eso que está ostentando. Ese es el concepto y no otro. Es un “cuídate” de no ostentar porque entonces D-os juzgará estrictamente si verdaderamente mereces lo que tienes.

En forma general la Tora recomienda “se inocente con los designios de D-os”, de lo cual se deduce que uno no debe indagar el futuro consultando a adivinadores, lectores del café, astrólogos, etc. Y obviamente no darles importancia a las supersticiones.

El tema de las supersticiones es extenso y difícil, pero aunque pensemos que son costumbres, es necesario erradicarlas, forzarnos un poco y dejarlas de hacer, si no, podríamos estar cayendo en idolatría.

¿Las costumbres son un tema aún más grande y que todavía no ha sido agotado por nuestros jajamim? ¿Cuándo y cuáles son las costumbres aceptadas? ¿Quién las da por aceptadas? ¿Por qué decimos que las costumbres son leyes?… en fin, existen un sinnúmero de conceptos y explicaciones que debiéramos conocer en torno a este tema.

Lo que pasa con muchas supersticiones es que, por ignorancia, creemos que son costumbres cuando en realidad no es así y podríamos estar cometiendo grandes errores. Lo recomendable y lo más saludable es consultar a los rabinos y consultar nuestra misma religión, nuestros textos y así, conociendo las fuentes, poder diferenciar una costumbre real de una superstición.

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