Tengo entendido que no existen las supersticiones en el judaísmo; sin embargo, se dice que las tres semanas previas a Tishá B’Av son de mala suerte, ¿es cierto?
En primer lugar, quiero aclarar, como ya lo he hecho en otras ocasiones, que nuestra religión rechaza cualquier forma de superstición, comparándola incluso a la idolatría. Por lo tanto las costumbres relacionadas con el periodo previo a Tishá B’Av no están contempladas como superstición, ya que provienen de bases fundamentadas.
Antes que nada hay que entender que la mayoría de las reglas establecidas para estos días están enfocadas a demostrar nuestro dolor y respeto hacia la destrucción del Beit Hamikdash. Estas restricciones están divididas en tres fases:
La primera comienza con el ayuno del 17 de Tamuz, hasta Rosh Jodesh Av. En ese periodo se evitan las fiestas, escuchar música, y diversión en general.
La segunda fase es desde Rosh Jodesh Av hasta el domingo anterior a Tishá B’Av en la cual, además de lo anterior, se agrega la costumbre de no comer carne o no decorar una casa, etcétera.
La tercera fase es desde el domingo anterior a Tishá B’Av hasta el día mismo del ayuno; en estos días, aunado a las restricciones de la fase uno y dos, se prohíbe además cortarse el pelo y rasurarse, darse baños de placer con agua caliente, entre otras cosas.
Aparte, está escrito como recomendación, que desde el primero de Av hasta Tishá B’Av se debe evitar tener un juicio o realizarse una operación programada que se pueda postergar, comenzar un nuevo negocio o algo importante, o cambiarse de casa, ya que nos encontramos más desprotegidos y vulnerables a que sucedan cosas negativas.
El motivo de esto es que el Pueblo de Israel cometió varios errores en estos días en diferentes momentos de la historia, como el pecado del becerro de oro y el rompimiento de las Tablas de la Ley. Y fue también en esas fechas cuando el pueblo lloró al recibir el reporte de los espías hablando mal de la tierra de Israel, desconfiando así de la promesa de D’os de llevarlos a dicha tierra. Esto provocó un gran enojo en Hashem, y por eso decretó que, como ellos lloraron sin razón en vez de confiar en Él, en el futuro les daría razones reales para llorar.
Cabe aclarar que, de acuerdo con la religión, las tragedias que sucedieron posteriormente (como la destrucción de los dos templos) tenían que suceder de igual manera en algún momento de la historia. Sin embargo, D’os hizo que sucedieran justo en esas fechas.
A diferencia de cualquier superstición en la que se le adjudica cierto poder a algunos objetos (como el gato negro o la sal), en este caso fue D’os el que destinó a estas fechas la negatividad; por lo cual, el cuidarse en estos días no se considera superstición como tal.