No hay nada nuevo bajo el sol
Mensaje para Fiestas Mayores 2012
Observando el comportamiento humano se distingue una tendencia generalizada a buscar lo nuevo, el ser humano vive en una constante búsqueda de novedades; ya sea de nuevos retos, sabores distintos y experiencias diferentes.
Respondiendo a la necesidad de renovación, vemos avances en tecnología, ciencia, descubrimientos e inventos constantes y vivimos pendientes de las nuevas tendencias de la moda. Esta última es, sin duda, una industria millonaria que logra de forma exitosa explotar la naturaleza del ser humano cuyo afán es el de renovarse constantemente. Asimismo, está en boga la creación de espacios recreativos inusuales y de nuevas formas de experimentar las cosas, distintas maneras de despertar la curiosidad para aprender y descubrir y de todo aquello que logre expresar esa necesidad del ser humano de vivir aquello que represente algo nuevo.
D’os nos diseñó con esa inquietud, precisamente para que a través de ella tengamos el impulso de buscar una superación constante y así cumplir nuestra misión en la vida. De otra manera nos quedaríamos estancados y nunca lo lograríamos.
El problema es que mayoritariamente canalizamos esa inquietud a lo físico y a lo material, como actualizar nuestro guardarropa, estrenar un coche nuevo, viajar a un lugar desconocido o tener cualquier experiencia que refleje un carácter diferente.
La verdad es que en el plano material no nos transformamos a una renovación auténtica, ya que a fin de cuentas lo material sólo cumple con una función como alimentarnos, vestirnos, etc. Independientemente de si es nuevo o no, conocido o no, funciona más como un cambio o sustitución de una cosa por otra similar. Sin embargo, en una experiencia espiritual y a diferencia de lo material, sí existen experiencias diferentes que nos transforman en mejores personas, sin suplir a una experiencia anterior, de hecho es una renovación con un carácter acumulativo. Lo vemos en el estudio de los textos sagrados, así como en el caso de nuestra Torá que tiene más de 3300 años y que a pesar de que año tras año volvemos a leer el mismo texto, siempre podremos descubrir un nuevo mensaje o enfoque, aumentando así nuestro conocimiento.
A eso se refirió el rey Salomón con su famoso proverbio que dice: “Veen col jadash tajat hashemesh“, “Y no hay nada nuevo bajo el sol” (Eclesiastés 1-9). No hubo nadie más indicado que el rey Salomón quien con el poder y riqueza que tenía, experimentó con casi todo lo que había sobre la faz de la Tierra y pudo afirmar que no había nada nuevo bajo el sol. Esto refiriéndose a este mundo y a lo material, sin embargo sobre el sol en el mundo espiritual, sí hay nuevo y es ahí donde tenemos que volcar nuestras energías para renovarnos.
El mensaje básico que nos da Rosh Hashaná es un recordatorio de que es tiempo de renovación espiritual. Nos da la oportunidad de reflexionar y de analizar cuáles son los puntos que requieren de un cambio o fortalecimiento, por eso le llamamos año nuevo. La idea es dejar atrás lo viejo y buscar lo nuevo, es por eso que en la noche de Rosh Hashaná usamos el término “Shetitjadesh alenu shaná tová”, pidiéndole a D’os que renueve para nosotros un año bueno.
También al escuchar el shofar recibimos un mensaje que nos llama a reaccionar, como lo explica Maimónides: “Uru yeshenim mitardematjem” “Despierten los dormidos de su letargo”. El shofar es el llamado que nos dice que no es positivo estar en un sueño estancado, en el que uno no puede superarse ni renovarse. En hebreo la palabra “yashen” que significa dormir tiene la misma raíz de la palabra “yashan” que significa viejo, pues la persona al estar dormida está imposibilitada de superarse y renovarse y ése es el mensaje del shofar: Despiértate para renovarte.
El motivo por el que D’os creó al mundo de forma cíclica, por el que termina un día, una semana, un mes, un año y empieza otro, es porque de otra manera no habría renovación. De ahí la importancia de concientizar que aunque Rosh Hashaná es el aniversario de la Creación, en el que recordamos la historia de algo tan antiguo, pues pasaron ya 5773 años, lo debemos ver como un año nuevo en el que tenemos la oportunidad de renovarnos espiritualmente sin arrastrar los errores y lo negativo del año anterior. Hoy más que nunca debemos tener muy presente este mensaje, ya que vemos un inmenso deterioro de los valores, la modernidad nos absorbe y nos indica cuáles cosas son aceptadas y cuáles no.
Nuestro mayor enemigo es acostumbrarnos a las cosas y ver como normal, cosas que realmente no lo son, permitiendo que se fundan en nuestras vidas y bloqueando eso a lo que el shofar con sus sonidos nos llama: ¡Despierten, renuévense!