Me gustaría preguntarle sobre los días “de mala suerte”, es decir, los días del Omer. ¿Qué tan malos son realmente?
Para empezar quiero decir que nada podría estar más lejos de la realidad, ya que los días del Omer no son días de mala suerte; al contrario, son los días que conectan la salida de Egipto con la entrega de la Torá, y por ello tienen una santidad especial.
Solo para entender un poco más este tema expondré aquí un punto interesante. La ofrenda llamada “Omer” que se ofrecía tras la noche del séder de Pesaj en la época del Beit Hamikdash, era de cebada, utilizada comúnmente para alimentar a los animales, pero la que se acercaba semanas después en la fiesta de Shavuot era de trigo, utilizado por los seres humanos. Esto representaba la transición que tuvo nuestro Pueblo en estos maravillosos días: se desprendieron de su parte “animal”, constituida por las pasiones y los deseos negativos, y adquirieron el mayor nivel, en el cual el materialismo se utiliza para fines espirituales y el cual constituye la excelencia del género humano. Así que, como podemos ver, estos días son realmente especiales y tienen un gran potencial para acercarnos a nuestro Creador y trascender espiritual y moralmente.
Es cierto que en una parte de los días de la cuenta de Omer se llevan a cabo ciertas costumbres de luto en respeto al fallecimiento de los 24,000 alumnos del gran sabio Rabí Akivá. Aquellos discípulos eran por sí mismos, grandes sabios y abarcaban todo el conocimiento religioso de la época, por lo que, al morir, el mundo entró en un especie de vacío espiritual, y ésa es la razón principal por la que se estableció evitar hacer fiestas con música viva y otras manifestaciones de alegría. La idea de estas privaciones es demostrar que valoramos la aportación espiritual que esos estudiosos ofrecían al mundo, y que por tanto, se sintió su ausencia. Pero eso no convierte al Omer en algo negativo ni “de mala suerte”. Además, la muerte de los alumnos de Rabi Akivá sucedió más de mil años después de que ya se cumplía el precepto de la cuenta del Omer.
Cabe aclarar que dichas costumbres se han convertido en una práctica obligatoria, debido a que fueron establecidas por los grandes sabios de nuestro Pueblo, y cumplen con los requisitos para que se conviertan en una “costumbre que se vuelve ley”. No son un simple hábito, como sucede con algunas otras prácticas que carecen de fundamento alguno. Aclaro esto debido a que no toda costumbre tiene la fuerza para convertirse en una práctica obligatoria, ya que el solo hecho de que la gente actúe de cierto modo, no le da legitimidad a dicho proceder.