¿Es preferible rezar en hebreo, fonética aunque no lo entendamos o en el idioma que mejor entendamos?
El texto de rezo que establecieron nuestros sabios es muy completo y tiene mucha profundidad. Contempla todo lo que uno debe expresar a D’os, y abarca tres principales dimensiones: reconocer Su grandeza, pedir que nos mande todo lo necesario para nuestro bienestar físico, material y espiritual (tanto para nosotros como para todo el Pueblo de Israel); y agradecer por todo lo que recibimos.
Y, por otra parte, las palabras que se utilizan en las plegarias, y los nombres de D’os que se usan conllevan un sentido cabalístico significativo. En base a esto, lo ideal es estudiar el rezo para poder decirlo en hebreo, entendiéndolo. Sin embargo, si uno no lo ha estudiado -o en lo que lo está estudiando- es mejor decirlo en español a decirlo en hebreo sin entender nada de lo que pronuncia. El origen del precepto religioso de rezar proviene del versículo de la Torá (que se lee en el “Shemá Israel”) que indica: “servirás a D’os con todo tu corazón”.
En el Talmud se analiza esta frase y surge la pregunta de cómo se aplica este precepto. ¿Qué significa “servir a D’os con todo el corazón?
La respuesta del Talmud es que esto se hace a través de la plegaria, pues nos conectamos “de corazón” con D’os. Implica conectarse con Él, expresando un sentimiento de alabanza, de súplica y de agradecimiento. Siendo que ése es el origen del precepto de rezar, queda muy claro que un rezo sin corazón no es rezo. Por esto, si uno no entiende lo que está diciendo, difícilmente podrá conectarse a D’os con el corazón. Es como escribirle una carta de amor a un ser querido, pero sólo escribimos lo que alguien nos dicta, sin entender el idioma.
¿Podría considerarse una carta de amor “transmitida con el corazón”?
Desde luego que no. De hecho, de origen, no siempre hubo un texto estructurado para los rezos, sino que cada uno expresaba, con sus palabras, su devoción a D’os. Cuando nuestros sabios observaron que muchas veces la gente dejaba de rezar cuando no tenía qué expresar, desarrollaron un texto que incluyera todas las necesidades humanas habituales, para que la gente siempre supiera lo que debe decir. Con el tiempo, esto se convirtió en rutina, ya que se derivó en que la gente muchas veces repite el texto de manera mecánica, sin ponerle especial concentración a lo que dice. Incluso, entendiendo el hebreo. Por lo tanto, para cumplir con la esencia del rezo, es muy importante concentrarse pensar y sentir lo que uno está expresando, asimilando “de corazón” todo el sentido de las plegarias.