Hablando de costumbres…
Es justamente en este tema donde más confusión hay. Ante todo, es importante aclarar que hay mucha diferencia entre las costumbres fundamentadas por los jajamim, cuyo motivo se conoce y estas con el tiempo se convierten en ley (minhag Israel din) y las que no tienen fundamento; estas últimas nunca se convierten en obligatorias y en algunos casos son incluso negativas. En las costumbres fundamentadas, hay diferencias principalmente entre sefaradim y ashkenazim, y éstas surgen por las diferentes opiniones que hubo entre Rabí Yosef Karo, autor del Shulján Aruj, y Rabí Moshe Iserlisch. El primero vivía en Safed (Israel) y fue dirigente de los judíos sefaradim, por eso nosotros seguimos sus indicaciones, y el segundo vivía en Polonia y era dirigente de los judíos ashkenazim, por lo tanto, ellos siguen sus conceptos. Hay otras comunidades que también tienen costumbres diferentes, como los yemenitas, que básicamente se rigen por lo establecido por Maimónides. Entre los “shamis” y “jalebis” (de Damasco y de Alepo, Siria), prácticamente no hay diferencias reales, las que se conocen son tan insignificantes que en sí no marcan ninguna diferencia. (Me refiero a lo relacionado con la Halajá, costumbres como diferentes comidas, tonadas de rezo, etc.… no me refiero aquí). Las costumbres se pueden catalogar en tres grupos: el primero, es el que mencionamos al principio y son las que están fundamentadas por los jajamim. Es obligatorio seguirlas ya que, como dijimos, éstas se convierten en ley aunque no tienen todo el peso de la Ley. El segundo grupo, son las costumbres que no están basadas ni en la religión, ni en los jajamim, pero que tampoco van en contra de la Halajá (ley), como por ejemplo el no comer queso en Pésaj. Este tipo de costumbre no es obligatorio llevarlo a cabo, pero tampoco tiene nada de malo seguir haciéndolo. Incluso en ciertas ocasiones, hasta es recomendable seguir llevando costumbres de este tipo. El tercer grupo son aquellas costumbres que están basadas en supersticiones, paganismo y costumbres ajenas al judaísmo, que no solamente no tienen ningún fundamento religioso, sino que además van en contra de la religión, ya que la Torá nos prohíbe claramente, tanto ser supersticiosos, como imitar costumbres paganas. De hecho, se compara la superstición con la idolatría, porque la idolatría significa darle poder a un ídolo y no a D-os. Lo mismo la superstición, que es creer que algo tiene tuerza o poder para transmitir energías negativas. Recibir la sal de la mano, abrir un paraguas bajo techo, pasar bajo las escaleras y otras costumbres, que aunque no sean supersticiones igual están prohibidas ya que van contra la Halajá pertenecen a este tercer grupo, y aunque alguien lo haya hecho durante años o décadas, es necesario erradicar estas costumbres por completo, y entender que no todo lo que sea costumbre, significa que sea algo positivo, ya que muchas de ellas se adoptaron desconociendo sus causas y tan sólo por imitar lo que otros hacían en el pasado. Y cuando en alguna generación alguien cuestionó esa costumbre nadie logró responder sobre el origen de ésta. Al respecto existe una anécdota: Se cuenta que una familia acostumbraba a comer la carne redonda; le cortaban las puntas y estas las tiraban a la basura. En alguna ocasión el hijo preguntó a su madre el porqué de es costumbre, si las puntas y todo lo que se tiraba era, en realidad, desperdiciar comida. La madre contestó que lo hacían así “porque así debía de ser, porque así lo acostumbraban en casa de su mama”. El hijo insatisfecho por la respuesta acudió a la abuela, y ésta contestó también que porque así lo acostumbraba su mamá. El hijo acudió a la bisabuela y la anciana finalmente explicó al fin que cuando ella formó su familia vivían en tal pobreza que solamente tenía una olla muy pequeña redonda y para poder cocinar la carne en ella, tenía que cortarle las puntas. Es obvio que, aunque esa costumbre se llevó a cabo por varias generaciones, no podía hacerse obligatoria. Por eso, cualquier costumbre cuyo origen se desconoce porque no está escrita en ningún libro porque no está fundamentada en la “Halaja”, y si tampoco tiene ninguna función de alejamiento para no transgredir los preceptos… entonces, esa costumbre se puede cancelar. Con más razón cuando se sabe que esa costumbre se confundió con otra cosa y ésta surgió un error. O bien, cuando la costumbre se llevaba a cabo, no por decreto de los jajamim, sino por ciertas circunstancias que la hicieron necesaria en tiempos anteriores y en la actualidad esas razones ya dejaron de existir. Por ejemplo, en la antigüedad, cuando fallecía una persona, la gente se alejaba de las deudas pues tenían miedo de que ellos hubieran adquirido la enfermedad o el virus que provocó la muerte de la persona y por ello, los deudos pudieran haberse convertido en un foco de contagio. En aquel entonces la costumbre estaba fundamentada en base a una razón muy real; sin embargo, hoy en día los avances de la medicina nos permiten conocer y protegernos de los diferentes tipos (enfermedades, por lo tanto, la razones que antes justificaban esa costumbre, hoy ya no existen). El tema de las costumbres es tan amplio y complejo que lo más recomendable cuando existen fundamentadas y cuáles no. una duda, es consultar las fuentes para poder, de esa manera, esclarecer qué costumbres esté fundamentadas y cuales no.