La ética en el judaísmo: Mensaje de Rosh Hashaná
Año con año, cuando el calendario judío marca el primer día del mes de Tishrei, todas mis familias, ya preparadas para la ocasión, asisten a mis distintas sinagogas, así como a los diferentes espacios que han sido previamente acondicionados para celebrar la llegada del nuevo año: “Rosh Hashaná”.
Llegado el momento más importante del día, el momento de la Teruá, el Jazan ó el Rabino que está al frente dirigiendo los rezos, toma en sus manos el Shofar, previamente preparado para la ocasión, y con Kabaná hace sonar las diferentes notas de la Tekiá, las que al escucharse en cada uno de mis lugares, los asistentes se cimbran, pues éstos sonidos permiten que toda mi gente sienta la presencia divina en ese momento tan especial.
Días después de haber asistido a los rezos de Rosh Hashaná, en el que mis hijos pidieron perdón al creador, llega el tan esperado día de Yom Kipur, en el que conforme a nuestra religión, D’os sella el destino de cada uno de ellos. Es precisamente en esa fecha 10 de Tishrei cuando el Creador marca quién vivirá, quién dejará éste mundo, quién tendrá salud, quién enfermará ó quién tendrá los éxitos pedidos ó quién fracasará.
El momento cumbre de ésta festividad es precisamente éste del ocaso, la hora de La Neilá. Ha sido durante prácticamente todos los años desde que fui fundada, el momento en que todas mis sinagogas lucen tan llenas, que gran parte de mis hijos se encuentran de pie por falta de asientos para todos. Es ese el momento en que la piel se pone chinita al escuchar las voces de cientos de mis hijos entonando “El Nor Haalilá, El Nor Haalilá . . . Jamsi Lanu Mehilá Be Shaat Haneilá”.
En estos días tan especiales en que D’os nos da la oportunidad de reflexionar sobre nuestras acciones y superarnos como personas. Esto es verdaderamente un gran regalo.
Cuando pensamos en ser mejores judíos lo asociamos inmediatamente con el cumplimiento de los preceptos relacionados con el hombre a D’os que, de alguna manera, se consideran como los que simbolizan el judaísmo, como guardar el Shabat, ponerse el tefilín, cuidar el kashrut, etcétera.
Por supuesto, estos son preceptos muy importantes. Pero erróneamente pensamos que no son tan importantes los preceptos que tienen que ver con las relaciones interpersonales, como ser justo y honesto en los negocios, respetar a la familia y ser un buen ejemplo para los hijos, no herir los sentimientos de ningún ser humano, sin importar de quién se trate, etcétera.
Por lo general, hay quien no considera estos preceptos como parte del judaísmo, sino como valores universales. Lo que no estamos tomando en cuenta es que todos los preceptos del judaísmo son universales. En el tiempo en que se dictaron las leyes de la Torá, no existía la conciencia de respetar al prójimo y tampoco de cuidar a los animales, la naturaleza, el medio ambiente. Entonces, se dictaron estas leyes que abarcan todo el universo:
Tomemos como ejemplo los diez mandamientos:
1) Yo soy el Señor, tu D’os, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de siervos.
2) No tendrás otros dioses fuera de Mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo o abajo en la tierra o en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas ni las honrarás.
3) No jurarás en el nombre de D’os en vano.
4) Acuérdate del Shabat para santificarlo. Seis días trabajarás y harás tu obra, mas el séptimo día será reposo para el Señor, tu D’os.
5) Honra a tu padre y a tu madre, para que se alarguen tus días en la tierra que tu D’os te da.
6) No asesinarás.
7) No cometerás adulterio.
8) No robarás.
9) No prestarás falso testimonio contra tu prójimo.
10) No codiciarás la casa de tu prójimo. No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.
Como vemos, son cinco mandamientos del hombre hacia D’os y cinco del hombre hacia el hombre. De hecho, si lo vemos con más precisión el quinto mandamiento se puede considerar del hombre hacia el hombre, ya que el respeto a los padres se relaciona más con el prójimo. Esto nos indica que se le da más importancia a las acciones del hombre contra el hombre.
Entonces podemos concluir que, ser un buen judío es cumplir TODOS los preceptos al pie de la letra y al detalle.
No solamente eso sino que de alguna manera tiene más gravedad violar uno de los preceptos del hombre hacia el hombre que ciertos preceptos los del hombre hacia D’os, por el hecho de que, si se comete un pecado hacia D’os, se puede corregir la falta pidiendo perdón a D’os y cuidando que no se vuelva a cometer la falta.
Sin embargo, si se comete una falta hacia el prójimo, el pecado es doble: hacia D’os, que nos ordenó el precepto que no se cumplió y hacia el prójimo. Para corregirlo es necesario primero pedir perdón a la persona agraviada, reparando el daño que se le haya hecho y sólo entonces, pedir perdón a D’os.
La falta podría ser hasta triple, porque en muchos casos se agrega el pecado de Jilul Hashem porque, al cometer dicha falta, se está profanando la imagen de D’os y del judaísmo. Porque e muchos casos las acciones negativas de un judío pueden repercutir en una reacción en contra del judaísmo.
Todo es parte integral del judaísmo y, por consiguiente
Dice en Pirke Avot:
Derej eretz kadima laTorá
El buen comportamiento de una persona está antes que la Torá.
Esto significa que no es válido cumplir con las leyes de la Torá sin la parte de respetar al prójimo.
Por eso en Yom Kipur está indicado que primero se debe pedir perdón al prójimo y luego a D’os.
En estos días de reflexión, tomemos en cuenta que para ser buenos judíos tenemos que procurar cambios en nuestro comportamiento rutinario.
De los preceptos del hombre a D’os tenemos que procurar hacer cambios en nuestro comportamiento diario.
Tenemos que comenzar en cuidar como le hablamos a nuestra pareja. Tomarla en cuenta y respetarla. Atender a nuestros hijos y dedicarles el tiempo necesario. El respeto a los padres es esencial, además de ser el primer ejemplo que les damos a los hijos.
Tomar esto en cuenta desde el momento en que salimos de casa para comenzar nuestras actividades. Saludar cordialmente al vecino y a toda persona que nos encontremos en la calle. Nos subimos al coche para dirigirnos al trabajo o al gimnasio, respetar las leyes de tránsito y a los demás conductores para no provocar un caos. No comportarnos con soberbia y prepotencia, dejando el auto aventado en segunda fila, por ejemplo.
En nuestro trabajo, independientemente de la actividad a la que nos dediquemos, es fundamental comportarnos con honestidad; recordar los principios de integridad, honestidad y honradez. El famoso y muy popular dicho de “El que no tranza no avanza” contradice todos los principios del judaísmo.
Aunque uno piense que así son las reglas del comercio, nada nos da derecho de engañar a los clientes con la mercancía o servicios que están solicitando ni a los proveedores que requieren su pago completo y en el tiempo que se acordó. También es importante no enfrascarse en negocios ilícitos que estén fuera de la ley, ya que, a la larga, pueden llegar a perjudicarnos.
No importa que parte del dinero ganado de esta manera se dedique a tzedaká. En el judaísmo no existe la frase de “el fin justifica los medios”. Hay leyes y reglas y se tienen que respetar.
“Mitzvá habaa baabera, aberá” una Mitzvá que proviene de un pecado se convierte en pecado.
Si una persona se dedica a robar y con ese dinero se pone el Tefilín, eso ya es un pecado.
Hay una ley que indica
“Diná de maljutá diná” “Las leyes del país donde vives son ley y estás obligado a cumplirlas”
Y por otra parte acostumbramos que la palabra tiene un valor. Si una persona se compromete a pagar una cuenta, sin tener la intención de hacerlo, sólo por salir del paso, no está tomando en cuenta que está perjudicando al otro, que quizás él cuente con ese dinero para salir de sus propios problemas, además, se está cometiendo un gran pecado.
“Motzá sefateja tishmor veasita”
“Lo que sale de tu boca debes honrarlo y cumplirlo”
Para la religión no es necesario firmar un documento para asegurar su cumplimiento, basta con la palabra para hacerlo válido. Por esa razón no debemos prometer algo sin tener una intención de cumplirlo.
La mentira, el robo, el engaño es común dentro de las negociaciones comerciales pero eso no significa que esté permitido y aceptado por el judaísmo.
El respeto a todo ser humano en todos los sentidos, ya que todos los individuos fueron creados a imagen y semejanza divina, como se describe en Bereshit. D’os hizo al hombre del polvo de la tierra e insufló en él el espíritu divino de vida.
La creación del primer hombre sobre la tierra se dio mucho antes de la creación de las naciones, lo que significa que todo ser humano fue creado a semejanza divina y, como tal hay que respetarlo.
No solamente la Torá nos exige respetar a todos los individuos, sino también a todos los seres vivos, animales, plantas y a toda la naturaleza.
Los recientes movimientos que llaman a cuidar el medio ambiente no son innovaciones, ya que en el judaísmo ya se había mencionado como parte importante de las leyes que se deben de cumplir.
Está indicado a tal grado que, si alguien tiene un animal en su casa, tiene la obligación de darle de comer antes que él. Están también las leyes de shejitá que obliga que el sacrificio del animal sea rápido y que no sufra para que su carne se considere kasher.
Asimismo, se nos exige respetar la vegetación, como está indicado que, ni en caso de necesidad, se permite destruir un árbol frutal. En general, la Torá nos exige respeto a toda la Creación, que es la obra divina.
Te invitamos a que este próximo Rosh Hashaná llegues ante D’os con la intención de proponerte ser un buen judío, comenzando con cumplir estos pequeños detalles que nos parecen sencillos pero que también son parte de la esencia del judaísmo y eso nos haría ser mejores judíos.
Aprovechemos la oportunidad que D’os nos da cada año de reconsiderar nuestras acciones y superarnos cada año para tomar decisiones concretas.