Rosh Hashaná como día de juicio

En los días que transcurren entre Rosh Hashaná y Yom Kipur, se les conoce como los Días de Juicio. Pero ¿qué significa esto? ¿A qué tipo de juicio nos estamos enfrentando? ¿Y cuáles son las reglas que rigen este juicio? Para contestar estas preguntas, debemos remitirnos a lo que conocemos en el mundo que nos rodea.

Veamos, primero, cómo funcionan las leyes en los sistemas legales tradicionales. Todo país debe tener leyes, las cuales son indispensables para que la vida social se lleve a cabo en orden. De lo contrario, ésta sería un caos. Violar la ley implica una consecuencia, aunque antes de aplicar dicha pena, el acusado tiene la oportunidad de defenderse ante el juez, o de contratar a un abogado defensor. Sin embargo, el hecho de que se lleve a cabo un juicio no significa que necesariamente se han justicia. La justicia puede ser desviada, ya sea tergiversando la narración de lo sucedido, a través del soborno, presentando los hechos de una manera sesgada, u ocultando evidencia. Esto da como resultado que, aunque una persona haya violado la ley de manera absoluta, igual podría ser declarada inocente. Por eso vemos, a veces, a personas culpables que están libres, y a personas inocentes que, por errores legales o técnicos, estén en la cárcel. Por otra parte, hay otro tipo de leyes en nuestro mundo: las leyes naturales. Para entender cómo funcionan éstas, tomemos de ejemplo a la rama científica de la medicina. Aquí también existe un juez que evalúa los casos y dictamina la sentencia; este juez es el médico. Y también tenemos un complejo sistema de normas y reglas que hay que cumplir. El médico informa al paciente las leyes que debe seguir, advirtiéndole de las consecuencias si éste las viola. Pero aquí, si el paciente viola las reglas, no tiene posibilidad para defenderse, ni cabe el pedir perdón”. En las leyes naturales, las consecuencias son naturales. Aunque se hagan todos los esfuerzos por reparar el daño causado, e incluso cuando el juez (el doctor) tenga toda la voluntad para perdonar, en muchos casos está fuera de sus manos, ya que la enfermedad puede estar ya muy avanzada, sin cura. Ahora, ¿a cuál de estos dos sistemas pertenecen las leyes que D’os nos da? Podríamos decir que, parcialmente, al primero, ya que la Torá contiene leyes sociales para mantener el orden, similares a las leyes de un país. Pero las leyes religiosas pertenecen también, y mayoritariamente, al segundo sistema, por ser que el hombre está compuesto de cuerpo y alma, y así como el cuerpo requiere de buena nutrición, cuidados y medicinas para gozar de plena salud, lo mismo aplica para el alma. Una neshamá sana requiere también de una dieta y una atención especial. Y ese recetario de cómo lograr una vida espiritual sana, la tenemos precisamente en las leyes de la Torá. Ahora bien, en ambos sistemas de leyes, hay algunas diferencias positivas y negativas con respecto a las leyes de la Torá. Ahora bien, en ambos sistemas de leyes, hay algunas diferencias positivas y negativas con respecto a las leyes de la Torá. Por ejemplo: si se llegan a violar las leyes sociales de la Torá, será D’os el que emita el juicio, y no existirán los amortiguantes que mencionamos al principio de este texto: es decir, ningún abogado defensor podrá ocultarle evidencia a D’os, ni mucho menos sobornarlo. Pero, por otra parte, aun que se haya cometido un error, con alevosía y ventaja, y con evidencias absolutas, D’os puede aplicar el perdón absoluto, lo que sería impensable con un juez de carne y hueso. Y en cuanto a las leyes naturales, las leyes religiosas presentan una gran diferencia positiva. Recordemos que en la medicina no existe el “perdón”, aún cuando el paciente se arrepienta y haga todo por tratar de reparar el daño causado. Como ya dijimos, la solución no está a nuestro alcance porque el daño ya está hecho. Pero en la salud del alma, si el paciente se arrepiente y quiere repararse, aun sufriendo de la enfermedad más grave, D’os lo cura totalmente. La desventaja aquí es que, a diferencia de la mayoría de las enfermedades físicas, que producen síntomas físicos que hacen que uno acuda al doctor, en los padecimientos espirituales, por lo general, no se perciben fácilmente estos síntomas. Los malestares espirituales son más difíciles de detectar, por lo que se acude menos al doctor* y no se recibe el diagnóstico requerido a tiempo. Y como es bien sabido, no hay peor enfermedad que de la que no se tiene conciencia. Basado en este análisis, podemos entender el significado de estos Días de Juicio. Aplican en el parámetro espiritual antes explicado, y ante el riesgo mayor de no hacer conciencia de nuestras enfermedades y malestares, D’os nos invita en estos días a que hagamos un “chequeo completo” de nuestra salud espiritual. Por eso los llamamos también los *Diez Días de Reflexión*. En el último de éstos, Yom Kipur, D’os nos invita a “hospitalizarnos” un día entero en la sinagoga, el “hospital espiritual”. Ahí, desconectados de la mayoría de los placeres físicos, sin comer ni beber, trabajamos en nuestra salud espiritual. Y al final de esto, salimos totalmente reparados, curados y perdonados. Pero debemos tener la voluntad de curarnos, y la disposición para hacer cambios en nuestra vida. Estos días son un regalo maravilloso que D’os nos otorga para convalecer totalmente de nuestros dolores espirituales, y no deberíamos desaprovechar esta oportunidad. Además, para este tratamiento no se requiere pagar un seguro médico, ni costosas operaciones o medicinas. Sólo se necesita tomar una dosis alta de buena voluntad. Éste es el significado de estos maravillosos días, que más que asustarnos, deberían motivarnos y alegrarnos. Hospital gratis, médico gratis, tratamiento gratis y resultado garantizado. ¿En dónde más encontramos algo así?

¡En conclusión, estos días son 100% a nuestro favor!

Vamos a sobreponernos a nuestros impulsos y deseos, aunque en muchas ocasiones resulte más cómodo o placentero seguir con las cosas como están.

Pero ¿cómo logramos, en la práctica, esta reinvención? Lo primero seria mantenernos con la conciencia de que el cambio es posible, y que está a nuestro alcance. Hay que recordar que una reinvención no implica una transformación radical, sino una simple canalización correcta de nuestra naturaleza, Segundo, para lograr el cambio debemos tener una motivación lo suficientemente fuerte para revertir los hábitos de la vida cotidiana. Esta podría ser la simple conciencia de que la vida es pasajera y que, si no le damos un sentido, la podemos fácilmente desperdiciar. Pero no debe asustarnos esto, pues en otros ámbitos de la vida sabemos encontrar la motivación requerida cuando los cambios son necesarios, y por su trascendencia, nuestra vida espiritual no debe ser la excepción, Tercero, hay que entender que el cambio es un verdadero beneficio personal. Debemos dejar de lado las cosas externas como el qué dirán”, dándole prioridad a nuestro interés y beneficio. Ubicar el control de nuestra vida dentro de nosotros mismos, para ser capaces de asumir el cambio. Cuarto, ser capaces de vernos transformados a nuestra verdadera identidad, como una nueva persona con una nueva forma de pensar. Atrevernos a imaginar que nuestra vida puede ser diferente. A veces la noción que tenemos sobre quién somos, nos termina limitando; por lo tanto, es importante saber trascender esta idea de nosotros mismos. Quinto, hay que tener la determinación de cambiar conductas concretas, no solo de cambiar objetivos. Saber armarnos de paciencia, conscientes de que siempre va a haber obstáculos en el camino. Como aquel que intenta dejar de fumar, siempre se va a enfrentar al antojo de prender un cigarro, y el hecho de que de vez en cuando se deje llevar por la tentación, esto no significa que ya debe regresar a fumar todos los días. Es importante ponernos metas modestas pero realistas, y así avanzar progresivamente. Sexto, hay que saber invertir en nosotros mismos. Cuando invertimos en un negocio, siempre nos fijamos que las condiciones sean las adecuadas para que el negocio funcione. De igual forma, cuando invertimos en nuestra persona, hay que saber asignar tiempos para el estudio y la reflexión aprender a ser selectivos en nuestras relaciones, para mantener influencias positivas en nuestra vida. Tal vez necesitemos cambiar de medio ambiente, o usar el tiempo de forma más productiva. Todo esto implica cuidar nuestro proceso de cambio. Si hoy vivimos en una época en que todo se actualiza, todo se renueva y todo se reinventa, hagamos lo mismo con lo más importante que tenemos, que es nuestra parte espiritual y nuestro. comportamiento como seres humanos. Hoy en día sería impensable regresar a transportarnos en una carreta con caballos, o sin ir tan lejos, al celular que usamos hace 15 años, o usar una computadora que no tenga la tecnología más moderna. Y, sin embargo, muchos de nosotros seguimos operando nuestra vida interior con tecnología obsoleta, no hemos actualizado nuestras aplicaciones espirituales. Si buscamos progresar en todas nuestras cosas. ¿por qué nos conformamos con estancarnos con un comportamiento enviciado?

 

 

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